Para aquellos nacidos entre mediados de los 80´s y de los 90´s, la generación conocida como “millenial”, el mundo digital lleva siendo una parte tan importante de nuestras vidas como el offline. A pesar de que durante nuestros años formativos internet estaba aún lejos de estar tan extendido como ahora, ya pasábamos horas y horas delante de una pantalla; bien trasteando con el Paint, las fuentes del Word o simplemente echando una partida al snake en el móvil de nuestros padres.
Ya en la adolescencia, cuando internet empezaba a estar presente en cada vez más hogares, gran parte de la comunicación con nuestros familiares, amigos y amores tempranos se trasladó a un lenguaje de unos y ceros. En definitiva, la nuestra fue la primera generación en usar herramientas online para comunicarse e informase de manera habitual.
Sin embargo, las predecesoras, ya sumergidas en el mercado laboral, mantenían estructuras más convencionales de conversación; por lo que su adaptación a las mismas se llevó a cabo de una manera menos natural y, por ende, más difícil.
Lo mismo es aplicable para las empresas.
Aquellos sectores menos maduros, aún en un estado de formación, fueron los primeros en subirse al carro de la comunicación online. Tenía todo el sentido: no hay estructuras que cambiar y el mundo digital tiene un ratio de costos/alcance infinitamente inferiores al físico.
Por su parte, sectores como el industrial tenían modelos comunicacionales muy establecidos que llevaban años funcionando con gran éxito. Y no es nada fácil salir de tu zona de confort cuando todo va bien: por algo se llama zona de confort y no zona de qué incómodo estoy.
Entonces llegó la crisis de 2007
La gran crisis económica de comienzos de siglo no es que cambiase el mundo tal y como lo conocíamos, sino que lo destrozó. Todos los sectores sufrieron las consecuencias de la mayor caída financiera que el mundo había visto desde el famoso crack del ´29, y había que encontrar maneras de ser más productivos, más eficientes, más rentables. En definitiva, había que hacer más con menos. Y en todas las facciones de la empresa.
No fue sino en este punto cuando el sector industrial giró su cabeza hacia el mundo online. Los eventos presenciales, las ferias, los grandes catálogos, las acciones en el punto de venta, la publicidad en grandes medios, etc. eran los canales que las empresas del sector habían venido utilizando a lo largo de los años para comunicar sus novedades, ofertas y noticias. Y eran maneras efectivas de hacerlo. Pero también muy caras.
Además del económico, había otro problema, como comentábamos al inicio de esta entrada: las generaciones que venía por detrás ya no estaban sujetando un periódico, ni comprando en las tiendas y, desde luego, no estaban viendo la televisión. Estaban actualizando sus redes sociales, comprando por internet y matando los ratos muertos del día viendo a su streamer favorito.
De repente, ya no valía con tener una página web y un par de cuentas en tuiter, facebook o LinkedIn, había que desarrollar estrategias para que estas sirvieran como herramientas de comunicación que no solo transmitiesen aquella información que la empresa quisiera lanzar sino que también tenía que ser un reflejo de la misma y de sus valores.
Lo mismo pasó con la comunicación interna.
Las herramientas ad-hoc como las aplicaciones, las pantallas digitales o los servicios de mensajería instantánea permitieron revolucionar un sector que llevaba décadas haciendo las cosas de una manera que quedaba obsoleta en un contexto en el que podías comunicarte con todos los empleados de una compañía de manera rápida, segmentada, en cascada y con un lenguaje sencillo.
Por último, en la actualidad estamos viviendo una crisis sanitaria y económica sin precedentes que es imposible que no acabe siendo un factor disruptivo no solo en el sector industrial sino en el común de la sociedad. Durante meses, el online ha sido el único canal de comunicación posible para las empresas, por lo que aquellas que habían desarrollado estrategias efectivas los últimos años estaban situadas en una posición ventajosa con respecto a las demás. Ahora mismo, la comunicación online no es una pata más del sistema, es la tabla.